viernes, 11 de diciembre de 2015

Un día para olvidar

Hoy ha sido el típico día de locos que ha empezado demasiado pronto y en el que todos los astros se han alineado para que yo ahora mismo me encuentre derrengada en el sofá, con un hambre que me comería una vaca rellena de pollos, y los pollos a su vez, rellenos de lo que fuera. Me encanta esta expresión desde el día en que alguien me la dijo hace tantos años que parece que fue en otra vida. 

El caso es que en este momento me hallo muerta de agotamiento y sola, así que he decidido volcar mi asco de día aquí, que para eso es mi "quejario" particular. Bueno, no todo ha sido malo, he de decir que pese al agotamiento me he reído mucho con las ocurrencias de los enanos, (aunque también me hayan sacado mucho de quicio). 

Como decía, hemos empezado muy pronto, a las seis y media pasadas ya estábamos en pie, después de haber dormido bien, salvo por una interrupción menor, de una hora entre la una y las dos, con vomitona de Maya incluida. Lo de interrupción menor era irónico, por si no ha quedado claro. Ayer cuando la recogí de la "guarde" me dijeron que había vomitado, y di fe de ello cuando tras recoger a Enzo, y según la siento en su sillita en el coche, echa todo lo que le quedaba en su rechoncho cuerpecito, como si no hubiera un mañana, con tanta puntería que ni a posta, en toda la tapicería del coche, y entre los huecos de los enganches de los cinturones de seguridad. Yo no se en vuestros coches, pero en el mío ahí hay un agujero negro por donde se cuelan todo tipo de objetos, restos de comida, y desde ayer, también restos de merienda de papilla de frutas. Una delicia, como os podréis imaginar. 

Vuelvo a esta mañana, que voy por los cerros de Úbeda. El caso es que me disponía a llevarla al médico, porque alguien me dijo una vez en un tono muy tétrico, que gastroenteritis con fiebre, igual a mal asunto; y yo, cual madre primeriza hipocondríaca, a las ocho de la mañana ya estaba en el médico para que me dijeran lo que ya sabíamos. Dieta normal, (dentro del sentido común de no plantarle unas lentejas a una niña de menos de dos años con gastroenteritis), mucha hidratación, y pá casa. 

Por suerte mi hermano se podía quedar con ella, porque a mi ya me parecía un "cantazo" escribir a mi jefe para quedarme en casa otro día más por no poder llevar a los niños a cole por enfermedad, si no del uno, de la otra. Total que a las diez de la mañana ya estaba sentada en mi sitio estresada perdida, con unas ojeras de oso panda y sudando como un pollo de tanto ajetreo entre el médico, colocar a la niña, y llegar a la oficina. 

La tarde ha sido mucho más light, ¡dónde va a parar! Como ayer la operación "hacer la compra" se vio salpicada, literalmente, por la cuarta vomitona de Maya en el día, la pospusimos para hoy, y en pleno Mercadona, a mitad de la recolección de los productos, me suelta la mona, -CACCAAA-. Os pongo en situación, Maya está aprendiendo a hablar, así que dice pocas cosas, como "mamá", "papá", "guauguau, "agua" y poco más. Bueno, y "caca", lo dice con una nitidez pasmosa. Así que allí se ha parado con su cesta con ruedas que ella lleva a modo de carro, me ha soltado la perlita, y se ha puesto en posición de embarazada en plenas contracciones, a hacer sus cositas, bajo la mirada del resto de las personas que estaban como nosotros haciendo su compra. Por si a mi no me había quedado claro qué era lo que hacía, entre empujoncito y empujoncito me miraba muy seria y me repetía -CACCAAA-. Yo he esperado pacientemente hasta que ha terminado, ha vuelto a coger su carro y hemos seguido hasta que después de pagar hemos podido salir al baño, (bendito sea el que pensó en poner baños en el Mercadona), y aquí se ha armado la marimorena. No voy a entrar en más detalles, os podéis hacer a la idea con que os diga que he tenido que cambiarle hasta los calcetines. 

El resto de la tarde en casa se ha desarrollado con relativa calma entre Mickey Mouse, el baño y la cena, hasta que ha llegado la hora de irse a dormir, y para acostarlos a los dos a la vez, he acabado intentando explicarle a mi hijo de tres años, por qué mamá no se podía desdoblar en dos para poder quedarme con los dos a la vez mientras se dormían en habitaciones separadas. Al pobre más que convencerle le he debido aburrir y se ha quedado dormidito en dos minutos, esperando a que volviera a verle después de dormir a Maya. 

Todo esto sin macho alfa, claro, si no la menda no se encontraría en este estado de abandono. Él estaba en su comida de navidad con la empresa. Pero es que estas cosas suelen pasar, cuando sólo está uno de los dos, sin el backup del otro 50% del equipo. Los niños lo saben, lo huelen, así que sólo queda una, y es mantener los nervios muy fríos y be water my friend porque si no te transmutas en la loca de los gatos y corres el riesgo de que se te presenten los señores de los asuntos sociales en casa. Ha sido el típico día en el que de haber llegado él a su hora habitual, le hubiera abierto la puerta con los brazos abiertos de par en par, y le hubiera dicho, mira, estos son tus hijos, los que están sentaditos cenando, te los dejo, que yo me voy a trotar un poco, (a lo que hago últimamente no se le puede llamar correr ni de lejos), vuelvo en una hora. Yo también te quiero! sayonara! Pero no ha podido ser, c´est la vie!

La verdad es que desde que estoy en modo Zen llevo mucho mejor estas cosas, lo que no quita para que me dejen agotada física y mentalmente, pero el "durante" no me estresa tanto como antes.

Pero no me enrollo más, que estoy agotada y solo quiero arrastrarme a la cama y dejarme morir allí hasta que mañana toquen diana a las 8 de la mañana. 

¡Buenas noches!


6 comentarios:

  1. No lo podias haber explicado mejor!!besos preciosa

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    1. ¿He transmitido bien mi agotamiento físico y mental? jejeje. Gracias por leer y comentar. Como siempre, un besazo de los grandes!

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  2. no me lo digas, que en breve le toca la comida de Navidad a Mark y estoy temblando!! :( como tú bien dices... be water my friend!

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    1. Almu no te preocupes, lo bueno del pequeño Leo es que te lo "cuelgas" del pañuelo y seguro que está tan ricamente pegadito a mami, y mientras tú puedes estar con Elena.
      Y si no, te ofrezco mi blog como espacio de desahogo si ves que acabas hasta la coronilla jajajaja. Besazos! y si si, siempre, be water my friend...

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  3. Jajaja lo acabo de leer Nata y me parto. Me puedo imaginar a la niña en plena explosión en medio del Mercadona y con la claridad que lo dice "cacaaaa".
    Muy gracioso explicado. Besos

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    1. ¡Ay mamá! es que fue de traca. Y ya sabes tú cómo se las gasta tu nieta, que si ella quiere hacer "caaccaaaaaa" en el Mercadona, no la para nadie a ella... ¡menuda es! Muchos besos.

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