Hace poco más de un mes escribía esta entrada sobre bañadores con la idea de adquirir alguno de ellos, y por supuesto, como en todo últimamente, me ha pillado el
toro. Sigo sin traje de baño, ya me da igual que sea bañador o bikini, con tal
de que me tape un poco las vergüenzas y no me echen de la piscina comunitaria
por exhibicionismo y escándalo público.
El caso es que el sábado fue nuestro primer día de piscina y
como no tenía otra cosa, me planté mi bañador de embarazada de H&M, negro,
muy discretito, que no parece del todo de embarazada, con aire un poco retro… yo
ya pensaba que iba a pasar el trago dignamente cuando bajo a la piscina y me veo la mirada mezcla
de sorpresa, mezcla de desaprobación, mezcla de extrañeza del macho alfa, que
estaba de “reunión de padres” en la piscina. Me siento a su lado y la
conversación es tal cual:
Yo: ¿Qué pasa?
Él: ¿Y ese bañador?
Yo: pues el único que tengo
Él: (silencio).
Su mirada se fue dirigiendo poco a poco a
una señora en su toalla a pocos metros de nosotros, de edad indefinida entre
los 60 años y la muerte, para volver a mí con cara de estar haciendo serios
esfuerzos para reprimir una carcajada. La señora llevaba un bañador
prácticamente igual que el mío.
Evidentemente ese ha sido el punto de inflexión en el que
YA, no puede esperar más, necesito un bañador. Así que ayer, a la carrera entre
salir del trabajo e ir a por Maya a la guardería, me pasé por el Women´s Secret
que tengo justo debajo de la ofi y me compré en 10 minutos todos los modelos
que más o menos me parecía que me pudieran gustar, aunque aún con dudas de que
me quepa el trasero en ninguno de ellos. En serio, ¿qué problema tienen los
fabricantes de bañadores con hacer partes de debajo de hechuras normales?.
Polémicas aparte, esta tarde me probaré todos a ver si por fin puedo lucir
palmito a la moda, o si voy a tener que cambiarme de sitio en la piscina y
ponerme con la señora para ir a la par, como Pili y Mili.
Continuara… ¡Feliz martes!