martes, 27 de septiembre de 2016

BerlinDiaries #3 Ya casi un mes...

Parece que después de casi un mes las cosas empiezan a ponerse en su sitio (muy despacio, eso sí). De momento hemos conseguido el Kitagutschein (cheque guardería) y ahora lo que nos falta es la guardería donde tengan plaza en sí, cosa complicada en Berlín… veremos si hay suerte. 

Yo entre tanto tenía que buscar ginecólogo aquí para poder seguir con las pruebas pertinentes del embarazo, así que después de mucho indagar en foros de internet buscando opiniones, referencias, experiencias, etc, me decidí por una doctora que hablaba castellano, relativamente cerca de casa, y el viernes por fin tuve consulta. A parte de hacerme la prueba del azúcar, tuvimos una pequeña entrevista para conocernos y ponernos un poco al día mutuamente. 

Los otros dos embarazos los llevé en Madrid a través de un seguro privado, sabiendo que mi ginecólogo era el que me llevaba el seguimiento durante todo el embarazo y además me asistiría en el parto. Aquí ella me llevará el seguimiento y luego tengo que elegir el hospital que mejor me venga o el que más me guste, y por mi cuenta irme allí a hacer una entrevista con ellos en plan “¡Hola!, quiero dar a luz aquí si a ustedes les viene bien” mes y medio antes de la fecha prevista. Una vez allí ya te atiende el día de marras un ginecólogo o una matrona, el que esté, eso como cuando das a luz en la pública en España, ¿más o menos no?

A mi había un tema que me tenía en especial inquieta, y es el asunto de la epidural. No voy a entrar en debates de si es mejor o peor, porque me parece algo tan personal como cualquier otra decisión respecto a este tema, sólo os cuento mi experiencia. Por todo lo que había leído en foros, etc., aquí no es para nada habitual. Y cuando le pregunté a la ginecóloga corroboró mis sospechas. Tal cual me dijo que “aquí no se usa”, que las mujeres alemanas daban a luz de forma “natural”. Yo debí abrir los ojos como platos, porque me sorprendió bastante su comentario. Una cosa es que no sea lo habitual, pero si yo pregunto específicamente por ello, espero una respuesta con las distintas opciones que tengo, si es que las tengo, no que me metas presión diciéndome que las mujeres alemanas son más fuertes y por eso no la piden, y que ponerse la epidural es "antinatural". Así que le contesté que para empezar, y como ya se habría percatado seguramente, yo no era alemana; para seguir, que ya tenía dos hijos y sabía lo que era una contracción al 40%, y no necesitaba saber cómo es al 100%.  Repito lo de antes, que cada una de a luz como mejor le parezca, en un hospital, en una clínica, en su casa, por la pública, por la privada, con epidural o sin ella, pero yo, llamadme cagueta, no quiero pasarlo mal pudiendo hacer el mismo proceso sin sentir dolor. Es posible que siendo el tercero casi se me caiga de camino al hospital y llegue y no de tiempo a que me la pongan, eso es otro tema; pero que no me la pongan porque aquí “las mujeres alemanas no lo piden porque son muy fuertes”, pues mira, no. Yo soy débil, y lo admito, así que doble chute de epidural para la servidora.

Por lo demás la ginecóloga fue encantadora, (no es ironía), no se muy bien por qué le salió esa vena de supremacía aria en ese momento, (sobre todo teniendo en cuenta que ella no es alemana), pero no le daré mayor importancia, ya que la voy a ver exclusivamente en las pruebas necesarias antes del parto.

Además luego comentando con algunos conocidos, le epidural en sí la tengo que “gestionar” con el hospital el día que vaya a hacer la entrevista con ellos, así que iré ya con la lección aprendida para que no me sorprenda tanto si me contestan algo similar.

Por lo demás seguimos descubriendo y aprendiendo cosas, e integrándonos poco a poco como buenamente podemos, hablando inglés o español, porque alemán aún ni papa. Y los niños parece que reaccionan un poco mejor a las aproximaciones de otros niños en el parque, que hasta ahora se llevaban un “¡eso no se dice, niño!” cuando cualquiera se les aproximaba diciendo seguramente algo como “puedo jugar contigo” o “me dejas ese palo?”. Ahora sólo les miran expectantes, como esperando a ver si pueden adivinar lo que les han dicho según el siguiente movimiento del niño en cuestión. Los pobres están desarrollando sus habilidades sociales y su diplomacia a la fuerza. 

Me están gustando muchas cosas de Berlín, para empezar su aire relajado en general, es muy distinto a España. Otra cosa que me gusta y a la que pensé que tardaría más a acostumbrarme es a los horarios "nórdicos". Eso de cenar a las siete de la tarde no lo veía. Bueno, no voy a exagerar, cenamos a las siete y media más o menos, pero es cierto que el día parece que te cunde más cuando un sábado adelantas todo tres horas y a las nueve de la noche estás de vuelta en tu casa después de haber dado un paseo, cenado con unos amigos, charlado un par de horas, y vuelto a casa, (cenando a las seis, claro). Hablé con mi madre después de cenar (yo) y ella acababa de levantarse de la siesta, como hubiera hecho yo cualquier sábado en Madrid. Typical Spanish siesta, para que nos entendamos. 

Me despido por el momento, porque Maya se me está subiendo encima del teclado e intenta escribir ella su propio e ininteligible post con sus deditos rechonchos, así que doy esta entrada por finiquitada.


¡Feliz martes!

miércoles, 14 de septiembre de 2016

BerlinDiaries #2 Después de dos semanas...

Después de dos semanas... instalarse en Alemania no está resultando tan sencillo como lo fue cuando me fui a vivir a Inglaterra hace 8 años. Obviamente porque ahora llevo  la “mochila” de los niños y no puedo campar a mis anchas mientras Macho Alfa trabaja, lo cual está resultando bastante más complicado de lo que esperaba. Diez u once horas desde que se despiertan hasta que llega el relevo paterno son muchas horas juntos, y llega un momento en que no nos aguantamos mutuamente. Mi espacio o tiempo particular ha quedado reducido a la nada más absoluta, y cuando llega el momento en que disfrutar de hacer un pis a solas, se convierte en un lujo fuera de tu alcance, es que la cosa está ya pasada de rosca.

Para más inri Enzo está viviendo su “primera adolescencia”, y está en plan rebelde-way a todas horas. Cada vez que le digo algo, cualquier cosa, desde “ve a hacer un pipí” a “por favor Enzo, recoge tu habitación”, me suelta “pues tú no me digas eso” y se va con paso digno y enfurruñado. Y lo peor es que Maya que es un monito de repetición, va y me suelta lo mismo con su lengua de trapo esta tarde cuando la he regañado por quitarse el pañal y la ropa en medio del salón e ir corriendo en bolas por toda la casa. Con su par de dos, va la tía y me suelta algo como “y-puu-no-me-dia-eeeesoooooooo”, y mi cara, un poema, claro.

Así que así nos las gastamos, yo hoy me río por no llorar, porque ha sido un día muy largo y muy duro. Como os contaba, la vez de Inglaterra fue mucho más fácil al ir dos adultos solos, por supuesto, pero es que en este caso la barrera del idioma está suponiendo unos obstáculos mucho mayores de lo que imaginaba. He debido oír unos cuantos cientos de veces la frase “pero si en Alemania todo el mundo habla inglés”. ¡JA! Vete a solicitar el cheque guardería o a empadronarte a cualquier junta municipal de España, que es donde se gestiona eso aquí, y más o menos el mismo inglés que te hable cualquiera allí, será el mismo que te hablen aquí en Berlín. O sea, nada.

El tema del empadronamiento ya os lo conté en el post anterior y está más o menos resuelto. Ahora lo que ocupa mis pesadillas es la kitagutschein. Es el equivalente inversamente proporcional al cheque guardería español, me explico: aquí las Kitas o guarderías de gestión privada, te solicitan de primeras el kitagutschein, que es la parte de la mensualidad que reciben del Estado. En este caso te las dan según las horas que dejes a los niños, entre unas 5 y 9, y eso se traduce entre 300 y 550 € que el Estado paga a la guardería. El resto, (que no siempre hay un resto), lo pones tú. Los que tengáis hijos y hayáis solicitado el cheque guardería, entenderéis ahora por qué he dicho que es lo inversamente proporcional. En España te dan 100 € y el resto lo apoquinas tú, que suele ser un pastizal. Hasta ahí todo genial por poder disfrutarlo, estamos a la espera, a ver si llega pronto y los niños pueden empezar a ir a la Kita, empezar a relacionarse con otros niños, empezar a aprender alemán, y empezar a traducir a su madre desquiciada, o sea, la menda. Y yo con un poco de suerte poder empezar a dar clases de alemán, o a estudiar por mi cuenta, y tener tiempo de centrarme un poco, que estoy ahora mismo como una peonza.

Por lo demás esta semana se ha pasado volando porque hemos tenido la visita de los suegris, que se han marchado esta mañana, y es cierto que aunque no hemos parado, nos ha dado más margen para respirar un poco, (he podido ir varias veces al baño sola, no os digo más). Que nadie se eche las manos a la cabeza que ya me veo los pensamientos de “esta loca solo reniega de sus hijos”,  que quien tenga dos hijos y no sienta lo mismo que yo después de varios meses todo el día con ellos, es que miente como una bellaca. Obviamente yo por mis hijos MA-TO, pero una es persona y mujer también, (aunque a veces no lo parezca). 

Dicho esto, lo poco que he ido haciendo de turismo por aquí, me está gustando mucho. Alucino con mi barrio y con el lago que tenemos al lado de casa, no se si se apreciará en la foto, pero eso del fondo viene a ser como el sitio más cotizado de los alrededores en los días de calor. Es como el club náutico, para ponernos en plan fino, pero en versión lago en medio de la ciudad. Este minilago con orillas inclinadas que no medirán más de 3 metros de ancho, está de bote en bote, y lo mismo te encuentras una familia con sus niños pequeños, que a medio metro tiene una panda de hipsters tocando el uquelele, que a medio metro tiene un grupo haciendo una barbacoa con una barbacoa portátil, que a medio metro vuelve a tener la familia de niños pequeños. Todos ahí apiñados como piojos en costura, y en feliz armonía y convivencia. Esto me encanta. Todavía no he sentido el calor abrumador que deben sentir ellos, (estamos a unos 25 grados) como para que me de por meterme ahí con los dos enanos, buscar ubicación entre tanta gente requiere más pericia que encontrar primera línea de playa en Benidorm en pleno agosto. Pero oye, el ambiente de convivencia y “cada uno a su bola” que se respira, me gusta.

Weissensee

Tengo ganas de tener tiempo y poder perderme durante horas en un museo como la auténtica guiri que soy en esta ciudad.

Y con esto y un bizcocho, me despido, que Macho Alfa acaba de llegar de viaje y voy a disfrutar de mi primera conversación del día con un adulto. Enzo es muy maduro para tener casi cuatro años, pero a tanto no llega mi pobre.

¡Feliz miércoles! 

jueves, 1 de septiembre de 2016

BerlinDiaries #1 Empadronados en Berlín! (más o menos)

Estoy a punto de llorar de la alegría y la emoción al haber descubierto que tengo WiFi en este pequeño remanso de paz que hemos descubierto los niños y yo esta mañana. Es la zona comunitaria de nuestra casa, ya lo sabíamos, pero como sólo es nuestro segundo día aún no habíamos tenido mucho tiempo de bajar a investigar. No os imaginéis la típica zona comunitaria al uso en España, o al menos en Madrid, esto es una minipraderita vallada que escondía un gran tesoro: ¡un arenero!. Ahí tengo a los dos alemanitos jugando. No me digáis que no pasan por nativos.


Esta mañana no nos ha dado mucho tiempo a jugar porque teníamos que ir a empadronarnos, (ahora os cuento esa historia), pero esta tarde le estamos sacando todo el jugo, los niños poniéndose de arena hasta los dientes, como debe ser. Y yo escribiendo esta entrada con el portátil. ¡Lo nunca visto!

Os cuento lo del empadronamiento, en realidad por un lado ha ido todo bien, gracias a que una compañera de Macho Alfa se ha ofrecido a acompañarnos por si no hablara nadie castellano o inglés. Menos mal que ha venido porque allí ni papa de otra cosa que no fuera Deutch. El punto positivo, que después de un buen rato hemos conseguido empadronarnos todos. El negativo, que la señora al “no entender” castellano y pese a ser el DNI un documento oficial, y llevarlo también los niños, ella no “tiene forma de saber” que en el DNI lo que dice es “nombre de madre y padre”, o sea, nosotros, y que a su vez los nombres de todos figuren en el Libro de Familia. Así que como estamos en Alemania y como bien nos ha repetido varias veces para que nos quedara claro, aquí se habla alemán, necesitamos una traducción jurada del Libro de Familia para que la señora certifique que somos matrimonio con dos hijos y no simplemente cuatro extraños que comparten casa. Comentándolo luego con familiares, parece ser que en España también hacemos eso mismo para escolarizar a gente de otros países. Sinceramente, de países extracomunitarios lo puedo entender, pero entonces ¿para qué sirve la Unión Europea y el libre tránsito de personas, etc., si luego los documentos oficiales sólo te valen en tu país?

Salvo este pequeño contratiempo, y dudas burocráticas a parte, nuestros dos días aquí de momento van bastante bien. Todavía adaptándonos a los horarios tempraneros de este país. A las siete de la mañana hay ya un tráfico de tres pares. De hecho mañana nos traen los muebles que faltaban de IKEA y el horario de reparto es de 7 a 8. Sí, de la mañana, yo también imaginé al principio que sería de la tarde. Voy a tener que ponerme el despertador porque puedo ignorar el timbre por completo si estoy en el quinto sueño.

Este post no da para mucho más porque los niños están empezando a vaciar el arenero y temo que los vecinos nos veten la entrada con sólo un día de uso.

En breve os voy contando más cosas. De momento el fin de semana tenemos una fiesta en el jardín con todos los vecinos donde cada uno tenemos que bajar algo que hayamos preparado en casa. Macho Alfa decía que podíamos hacer una tortilla de patata, algo típico español. Yo ya le he dicho que si se pensaba que en el avión Madrid-Berlín de repente me habían enseñado a cocinar. La primera y única vez que he hecho una tortilla de patatas fue en una Spanish Party que dimos en casa cuando vivíamos en Londres, Macho Alfa hizo una y yo otra, porque éramos muchos. Sólo os diré que la mía no la probó nadie, todos se pensaron que eran dos platos distintos, y el mío no debió resultar el más apetecible. Desde entonces llegamos al acuerdo tácito de que él cocinaba y yo gestionaba todo lo demás en general. Así que ya os contaré lo que decida cocinar. Yo como mucho hago un bizcocho de naranja, con la Thermomix, eso sí.

¡Feliz jueves! (o feliz Donnerstag).