Ayer fue un día apoteósico. Llegué a casa después de recoger
a los niños del colegio, sudando como un pollo por este calor que ha llegado a
Madrid sin avisar y sin pedir permiso, para encontrarme cinco, ni una ni dos ni
tres ni cuatro, sino cinco abejas revoloteando en mi micro tendedero.
Inmediatamente se me activó el modo ON de madre súper protectora de mis
polluelos y me encerré en la cocina, no fuera a ser que alguna consiguiera
colarse, y se fuese directa a por los niños!
Allí me atrincheré trapo en mano, para ir aniquilándolas a
trapazos una a una. Un cuadro. Abría la puerta del tendedero un poquito, lo
justo para meter la mano y el trapo y poder agitarlo tan fuerte como me
permitía el escaso ángulo de maniobra. Y así fui acabando con ellas. Con la
última me vine arriba y como ya sólo era una, abrí la puerta del tendedero del
todo y pegué dos trapazos demasiado fuertes y desatinados, y acabé cargándome
la bombilla del tendedero. Finalmente acabé con la única superviviente y me
pasé la tarde observando el tendedero por si volvía a ver algún bicho
revolotear.
Veremos lo que me encuentro hoy cuando llegue.
Animales aparte, viendo que ya eran las seis y pico de la
tarde, decidí meter a los niños en la bañera para dejarles jugar más rato del
habitual baño a toda carrera. Después de media hora salpicando como locos había
más agua fuera que dentro de la bañera. Salieron arrugados como pasas. Y yo
empapada como si me hubiese bañado con ellos.
Cenamos en relativa paz y armonía los tres a las siete de la
tarde; sí, horario inglés. Pero “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”,
y aquí sería algo como “no dejes para dentro de una hora algo que puedes hacer
ahora mismo, con la jartá de cosas que te quedan por hacer luego”.
Después de cuentos varios y remoloneo nocturno por fin se
durmieron los dos y yo casi lloro de felicidad cuando vi que aún eran las 8 y
media de la tarde. Me vine arriba pensando que quizá un día podría acostarme
pronto, y me puse a doblar las tres toneladas de ropa que me saludaban desde la
mesa del salón, que parece un agujero negro que atrae y concentra la ropa de
toda la casa. Sólo que al revés, en vez de hacerla desaparecer, la multiplica;
y la maldita no se acaba nunca. ¡Doblar ropa es como el día de la marmota!
Terminé mis quehaceres domésticos agotada, pero aún quedaba
lo mejor: preparar el disfraz de cabaretera de Maya para su festival de fin de
curso. Si, como lo habéis oído, de cabaretera. Con boa y todo, rosa fucsia.
Aquí un rápido DIY de cómo lo he hecho. Compras en tu ultramarino asiático más
cercano una boa del color al gusto y un collar de bolas del mismo color a ser
posible, y una pluma más grande, la mía es tipo pavo real. Camiseta de tirantes
larga negra a la que no tengas mucho aprecio, a la cual le pegas plumas de la
boa (no había felcos en el ultramarino asiático) en el bajo a base de pegotazos
con la pistola de silicona líquida (mi nueva mejor amiga). Con una hoja de
GomaEva de color a elegir, cortamos una tira del largo que corresponda para que
vaya alrededor de la cabeza de la niña en cuestión y le pegamos de la misma
manera la pluma de pavo real o de lo que sea. A la boa le atamos unos lacitos
en los extremos para poder enganchárselos a la muñeca de la niña y que no la
vaya arrastrando por medio mundo. Y tachán! Resultado próximamente en fotos.
Después de todo esto aún tuve tiempo de mantener dos
conversaciones con personas adultas por teléfono y acostarme antes de las 10 y
media de la noche, muy contenta con mi logística y con todas las cosas que me
había dado tiempo a hacer. Y con un hambre que me moría después de haber cenado
a las 7 de la tarde.
La felicidad me ha durado pocas horas porque a las 3 de la
mañana Enzo se ha levantado, cosa bastante rara en él, y se ha desvelado
durante nada más y nada menos que dos horas y media, despertando en uno de sus
berrinches a Maya.
Y así terminó mi día, o mejor dicho, así he empezado el día
de hoy. Con un sueño que me muero. Esto de estar de madre “soltera” con el
marido expatriado es más agotador de lo que imaginaba.
Por cierto, esta mañana cuando he abierto las ventanas para
ventilar la casa, se me ha colado otra abeja en casa por una ventana distinta.
A ver qué leches hago como el nido de abejas está por fuera en la fachada.
¡Feliz jueves!
Mum 1 - abejas 0. Mucho ánimo
ResponderEliminarJajajaja a ver cómo queda el resultado hoy! Gracias por el comentario y por los ánimos!
EliminarTendrás q llamar a los cazabejorros si han hecho nido en la fachada
ResponderEliminarAyer no apareció ninguna... menos mal...
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ResponderEliminarMe meo!!!!! Me encantan tus aventuras de.madre soltera!!!
Gracias guapa! sólo me queda reírme de mi misma. Besazos!
EliminarJajajaja, pero fue sin querer... es que el bicho era muy grande y te pusiste en medio!
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