miércoles, 15 de julio de 2015

Los niños de los vecinos.

Vivo felizmente en una comunidad de vecinos, una cualquiera igual que las demás docenas de comunidades de vecinos de mi barrio. Todas con varios portales en un recinto cerrado con zonas comunes, parquecito para peques, y piscina. Portero 24 horas que hace las veces de pastor para que no se escape ningún niño-cabra descarriado. Y muchos vecinos. Y niños. Millones de niños. Eso está muy bien, los niños son bien, los niños son el futuro y todo eso. Pero los niños deberían estar a horas prudenciales en sus casas, porque yo también tengo dos niños, que necesitan dormir, y esto se vuelve un problema todas las santas noches gracias a los gritos de los que ahora que están de vacaciones y sin madrugar y se tiran jugando hasta las once y media de la noche debajo de las ventanas de mi casa.  

Entiendo que tienen que jugar, entiendo que son niños. Soy una persona bastante razonable (a pesar de lo que muchos piensan). Pero ayer ya no pude más, y después de estar con Enzo en la cama media hora intentando que se durmiera, oyendo la pregunta – Mami, ¿y qué es ese ruido?-, y yo, -nada, cariño, alguien abajo que está dando golpes-. 30 segundos después; - mami, ¿ese ruido que es?-. Entre tanto yo pensaba qué leches estaban haciendo los niños arrastrando algo parecido a un cubo y jugando a que fuera un tambor. A las diez de la noche. ¡Con lo zen que había vuelto yo de mis minivacaciones! Sinceramente, en invierno y con las ventanas cerradas, me daría igual, pero con 35 grados que hacía anoche en Madrid a esa hora, cerrar las ventanas me parece inhumano. Así que de repente algo se apoderó de mí, ¡a tomar por culo el estado Zen!, abrí la persiana hecha un basilisco y en cuanto en dos microsegundos  visualicé a la niña con el cubo-tambor, le grité desde mi tercer piso: -¡Perdona!, ¿podemos dejar ya el tambor?, ¡¡que son las diez de la noche!!-. Y se hizo el silencio.


La niña del cubo-tambor se quedó ojiplática, el resto de los niños en la finca se quedaron ojipláticos, el portero-pastor en su garita giró el cuello, me visualizó con mis pintas camisetadetirantesquevaldríaparalimpiarcristales, pantalóncortoindescriptible y moñodeestarporcasa y se quedó ojiplático, (no sé si por el grito que pegué, por las pintas, o por la suma de las dos); y Enzo en su cama se quedó ojiplático también. Ojiplático pero dormido a los cinco minutos, gracias al silencio.

Al poco estaba contándole la proeza realizada a machoalfa cuando de repente oigo el puñetero tambor otra vez. Y ya fue la repanocha. Me fui a la habitación, me puse lo primero que pillé y bajé a la calle.


Al verme llegar los niños debieron pensar que estaban ante la presencia de la loca de los gatos o algo así, (debió ser su espíritu el que se apoderó de mí para decidirme a bajar). Muy calmadamente les dije que de quién era ese cubo, (que aparentemente no tenía dueño), que por favor no hicieran tanto ruido con él a estas horas porque aunque ellos no tuvieran cole y pudieran “trasnochar” en verano, había niños más pequeños que tenían que acostarse antes, y que con tanto ruido no se podía. Que entendía que corrieran y gritaran para jugar (aunque esto último realmente no lo entiendo a partir de algunas horas, ¡que jueguen a las cartas!), pero que no se podía hacer ruidos como golpes o similares. Creo que los dejé acojonaos, ya no tanto de miedo sino de sorpresa.

El otro día una amiga de otro portal me decía que al bajar la basura había encontrado a dos chavales en el cuarto de basuras fumando porros. Y me da qué pensar varias cosas, empezando porque estos chavales tienen muy pocas luces porque el cuarto de basuras mide 4 m2 y apesta a basura, obviamente. ¡Hombre! iros a un parque como se ha hecho toda la vida del señor...  Mi amiga les dijo que por favor se salieran fuera, que ese no era sitio de estar ahí fumando, a lo que se fueron murmurando; al cuarto de basuras del siguiente portal, imagino…

Este grupito de chavales más mayores, me deleita cada noche con sus comentarios en partidas de pinpon, (también tengo la suerte de tener la maldita mesa de pinpon dentro de mi área acústica), del tipo, -¡Buuuaaahh chaval, ha sido punto, te jo***!-. A lo que otro responde lindezas tal que. -¡ni de coña tío, me vas a comer la po***!. ¿Qué idílico no?, menos mal que para entonces los niños ya están dormidos. Como un día Enzo me pregunte - Mamá, ¿qué es ese ruido?, y mamá, ¿qué es po**? -. La que se va a quedar ojiplática voy a ser yo.

Y es que realmente, y ya no me refiero a estos niños y chavales en concreto, sino a los niños y chavales “de ahora” en general, no están acostumbrados a que alguien más allá de sus padres o familia directa (y a veces ni eso), les reprima por una mala conducta, algo inapropiado, o poco cívico; y eso, es un problema social. Porque antes, ni se te pasaba por la cabeza, (hablo de lo de los porros, claro), hacer semejante cosa en un radio inferior a 10 km de tu casa. Si tu padre se enteraba, (aplica a padre o madre), te colgaba. Si un vecino te veía, no sólo te iba a echar una bronca (y con bronca me refiero desde bronca a simplemente llamar la atención sobre un comportamiento que todos sabemos que no está bien), como si fuera tu padre, sino que después iba a decírselo a tu padre, y tu padre te iba a echar la bronca también. Y por último, si el portero-pastor te veía, te iba a echar la bronca y por supuesto se lo iba a decir a tu padre, quien iba a echarte de nuevo la bronca. Sea como sea, tu padre/madre se enteraba y a ti te caía una charla. 
Antes la sociedad en bloque tenía claro que ciertas cosas estaba claro que estaban bien, y otras no tan bien, y se llamaba la atención sobre ello. No niego que muchas medidas fueran cuestionables, tampoco se trata de vivir en una sociedad permanentemente con miedo a que alguien nos “eche la peta”, pero al menos existía esa llamada de atención.

Ahora no. Ahora tenemos suerte si el vecino en cuestión, como mi amiga, les comenta algo a los chavales, en lugar de pasar un segundo al cuartito, soltar sus bolsas en sus cubos con cierto nerviosismo, y salir pitando de allí como si no hubiera pasado nada. De hecho el portero la semana pasada llamó la atención a los niños-ruidosos y al parecer uno de los padres (los cuales nunca están a la vista, por cierto), le llamó la atención a él después por haberlo hecho...

Si, ya sé que yo también tengo hijos y que mis hijos algo malo harán porque no serán santos. Bueno, de momento son pequeños, y la mayor “fechoría” de Enzo ha sido hacer pis en un árbol de las zonas comunes, porque estamos con la operación pañal y aún no llegamos al baño todas las veces que nos gustaría, y por ello, tanto machoalfa como yo le explicamos que eso no se hace ahí, que hay que hacerlo en el baño, etc., y desde luego no me importaría que otro vecino le explicase lo mismo. Siempre que sea con educación y el tono adecuado, de mí no va a salir nunca un “usted no es quien para regañar a mis hijos”.

Y aprovecho para hacer un llamamiento, si algún vecino en un futuro, ve a mis hijos fumando porros en el cuarto de basuras, por favor, díganmelo, porque entonces serán ellos los que que se la van a ver con la loca de los gatos. Enzo, Maya, avisados estáis. 

Bueno, y con esto, ¡ya me he desahogado por hoy! Ya puedo volver a mi estado Zen.


¡Feliz miércoles! 

12 comentarios:

  1. Jajajaja, qué va! si en realidad soy un amor! pero es que hay cosas que se vuelven ya después de un día, y otro, y otro, cada noche eso parece el día de la marmota, la misma historia sea lunes o sábado o domingo... una tiene sus límites...

    Besos y gracias por pasarte! ;-)

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  2. jajjaa me parto!!! la próxima avisa y bajamos.a ver el show...yo si soy vecina ;)
    lucia

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    1. Qué suerte tienes de vivir al otro lado! la próxima te vienes a casa, preparo un bowl de palomitas y nos lo zampamos en la ventana viendo la partida de pinpon y deleitando nuestros oídos con los jovencitos!

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  3. Siempre eliges tus casas encima de la zona escogida por los ruidosos, ya sean músicos callejeros, niños d

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    1. Está claro tita Olga, el día menos pensado me cojo los apechusques y me llevo a mi familia a vivir en medio del campo! Aunque seguro que allí no podría dormir por el ruido nocturno de la naturaleza... si el caso es quejarse! jajajaja.
      Tú en mi lugar les habrías dicho algo incluso antes!
      Besoooooss!!

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  5. jajaja me hubiera encantado verte, loquita de los gatos!!! ya en serio, a mi me pone mala lo irresponsable que es la gente con sus hijos!!!

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    1. Eso por descontado! ¿seremos iguales cuando nuestros hijos tengan 8,9,10...? Yo por el momento me rijo por el "trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti", y por tanto, intento no pegar gritos debajo de las ventanas a partir de las 10 de la noche... no se, ya se sabe que con estas cosas de la maternidad nunca digas nunca... igual con el paso de los años nos "relajamos", y acabamos asomadas a la ventana en plan "Jooooooshuuuuaaaaaaa sube pa casa que está la merieeeendaaaaaaa!!" jajajajaja

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  6. Mamá... que ya sabes que yo soy mucho de quejarme y luego me desinflo... menos mal que ya se van todos de vacaciones y van quedando menos...

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  7. Que razón tienes! A mi me pasa lo mismo, y los demas vecinos yo que se que les pasa que no dicen nada!! Soy la unica gruñona!! Es que no es normal que tiren petardos en una plaza cerrada que retumba todo teniendo un parque abierto enorme delante! !! Y niños mayorcitos, que si les dices algo te insultan!! Este verano los he regado con la manguera unas cuantas veces ;-)

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  8. Jajajaja pues yo porque no tengo manguera que si no... por aquí también tiran petardos a veces algunos chavales y debe ser que cuanto más retumbe más les gusta. Ya se podían perder en el campo para tirarlos! En fin... que sí... que mis hijos también serán mayores y molestarán seguro muchas veces, pero también seré yo la primera que les llame la atención si les veo... vamos, que soy la loca de los gatos para mis vecinos jajajaja

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