La última entrada era bienvenido septiembre, y esta es
bienvenido el frío. Bienvenido el mal tiempo, y el aire, y la lluvia, y la
bajada de temperaturas.
No penséis que me he vuelto loca, no me apetece nada esta
mierda de tiempo que está haciendo estos días, que parece que el otoño ha
entrado de repente, sin avisar, de un día para otro, y no nos ha dado ni tiempo
de sacar las cosas de manga larga. Que acuesto a los niños y me paso media
noche en vela pensando si tendrán un poco de frío y les pongo la mantita de
entretiempo, o si de repente tendrán un poco de calor y voy y se la quito. O si
les acuesto con pijama de manga larga, o de manga corta y con mantita… ¡Qué
dilema cada noche!, mañana mismo me voy a comprar pijamas de franela, por si
refresca un poco más.
Estamos en esta maravillosa época del año en la que te
cruzas por la calle con gente que va con chaqueta, otra que va en tirantes… y
sales por la mañana de casa con un bolso con el que parece que te vas a hacer
el Camino de Santiago, con todos los “por si acasos” para sobrevivir al día
fuera, que nunca sabes con qué temperatura te va a sorprender el día.
Yo por mi parte estoy feliz, porque tengo todas mis
esperanzas puestas en que este frío termine con la vena de los pantalones tanga,
o las bragas vaqueras, podéis llamarlo como mejor os parezca. No pongáis cara
rara, que todos los habéis visto, seguro que habéis visto incluso más de lo que
os hubiera gustado ver, porque algunas lo llevan tan mínimo que podrían ir al
ginecólogo sin necesidad de quitárselo. Me imagino la escena, -Pase, quítese la ropa de cintura para abajo y
puede dejarlo en la banqueta de la esquina. Ah no, si son esos pantalones no
hace falta que se los quite-.
Vamos a ver… en verano, hace calor, y todos vamos más
ligeritos de ropa; los pantalones cortos en todas sus tonalidades o texturas
son la prenda estrella del verano desde hace ya varias temporadas. Pero yo no
hablo de los pantalones cortos en general, hablo de los pantalones culeros, ¡por
el amor de Dior!, ¡que tengo bragas que tapan más que muchos de ellos! ¿Me
estaré haciendo una viejuna y por eso me escandalizo de estas cosas?, puede ser… aquí varios ejemplos de que se pueden llevar perfectamente "para todos los públicos", más o menos cortos o desgastados, o incluso con los bolsillos fuera. Ofrecen muchísimas posibilidades. De lo otro no voy a poner ejemplos porque me da vergüenza ajena.
La semana pasada de vacaciones en la costa hubo un concierto
en la playa, y hordas de jóvenes venían por el paseo como borreguitos a la
llamada del Dj de turno. Yo por mi parte, no salía de mi asombro al ver que el
98% de la muchachada femenina vestía los pantalones en cuestión. Unas más “recatadas”
los llevaban hasta casi el muslo, o
sea, su medida más o menos normal. Otras nos deleitaban con medio cachete del
culo. Daba igual la talla, unas delgadas, otras menos delgadas; parece que la
forma de tu cuerpo es indiferente, da igual que algo te siente bien, mejor, o
como el culo, valga la redundancia. Y dónde quedó aquello de la compensación, es decir, o enseñas mucho
por arriba o mucho por abajo, pero no las dos a la vez, porque no se trata de
salir de gogó en el próximo video de Pitbull, ya tu sabes. Pero debe ser que todo esto de la compensación que os cuento es de otra época.
En cierto punto lo entiendo, todas lo hemos hecho en algún
momento de nuestra vida. Recuerdo una vez que nos compramos un pintalabios
negro para la fiesta de Halloween del colegio, allá por el pleistoceno, y ya
pasada la fecha de la celebración, me empeñé en salir a la calle con él
plantado en los labios. Por supuesto, estaba ridícula, pero en ese momento yo
pensaba que era lo más. Y ahora resulta que 20 años después se llevan los
labios casi negros al más puro estilo gótico. Así que yo era toda una
visionaria de mi tiempo, y yo sin saberlo…
El caso es, que el hecho de que yo fuera hecha un esperpento
con los labios negros, no implicaba agredir visualmente a las personas a mi
alrededor, enseñando más de lo que nadie quiere ver. A riesgo de parecer una
mojigata a mi edad, una cosa es ir insinuando un poco más de la cuenta, y otra
es correr el riesgo de contraer cualquier enfermedad venérea cada vez que
plantan el culo en cualquier sitio.
Así que estoy encantada con el frío, porque quiero pensar
que si siguen usando esta maravillosa prenda, al menos lo harán con medias
tupidas debajo… o quizá irán con el culo y las piernas moradas del frío… (Y una
cistitis de regalo). Habrá que esperar un poco para ver cómo se desarrolla
esto. Entre tanto yo rezo a todos los dioses conocidos y por conocer, para que
se extinga esta moda de las bragas vaqueras y no vuelvan nunca jamás. Al menos
no con Maya en edad de elegir su propia ropa… porque si se le pasa por la
cabeza querer llevar semejante despropósito, aquí dejo por escrito y os pongo a
todos por testigos de que no va a salir de casa sin que su madre, o sea yo, le
haya medido el largo de los pantalones, y los considere pantalones, y no ropa
interior.
¡Feliz lunes!
Jajajajjaa genial!! Y pensamos igual!! Que a veces da hasta vergüenza verlas con los cho-chorts!! Y a alguna señora entrada en años también he visto! ! Que van a coger una infección si se sientan por ahi!! A ver si hace mucho frio y se lo quitan.
ResponderEliminarHola! jajaja me he reído muchísimo con lo de los cho-chorts! si es que algunas modas... ¡¡Que llegue el frío ya!!
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